La ansiedad, esa sensación que de pronto se agarra al pecho, a la garganta, a los músculos, a la cabeza de que algo malo va a pasar.  ¿Y si…? Ese y si es infinito. No hay límites para ese miedo a lo que pueda ocurrir.

El cuerpo reacciona ante cualquier situación o pensamiento en el que nuestra integridad y seguridad se perciben como comprometidas, en riesgo, es aquí donde se dispara nuestra alarma para la supervivencia.

 

Si estamos en riesgo, el cuerpo reacciona, es lo que ha hecho que supervivamos como especie, esa alarma ha sido clave para la capacidad de reacción. Pero ¿Qué sucede si se dispara ante una falsa alarma? Y aunque esa sensación de peligro ante algo que puede perjudicarnos sea real, en la actualidad la mayoría de las situaciones a las que nos vemos expuestos y comprometen nuestra seguridad no necesitan de esa respuesta que pone en marcha el cuerpo.

 

Ahora, en la mayoría de las ocasiones, las situaciones que comprometen nuestra seguridad tienen que ver con la estabilidad laboral, el rendimiento académico, nuestra situación emocional y la salud.  La respuesta que damos ante estos “peligros”, está mas enfocada a un ataque de un depredador, pongamos como ejemplo un león.

 

Imaginad que abrimos la puerta de nuestra casa y aparece un león. Si, ahora es poco probable, pero la respuesta que emitimos sigue estando relacionada con la necesidad de reaccionar ante una situación similar a encontramos un león o alguien que pretende atacarnos. Y ¿qué necesitamos hacer para poder supervivir en esa situación?. Lo primero es que la evaluación de la situación es extremadamente rápida, solo tenemos tres opciones: huir, luchar o paralizarnos y que no nos perciba.

 

Esos tres mecanismos de respuesta, necesitan que el cuerpo reaccione: la musculatura se tensa, ya que hay que correr, luchar o quedarse inmóvil, se produce una  vasoconstricción ya que si resultamos heridos no debemos desangrarnos, el corazón necesita llevar la sangre de forma abundante a la musculatura y necesitamos oxigenar rápido, el proceso digestivo se paraliza, ya que no podemos seguir haciendo la digestión, pongamos de un cocido, mientras tenemos que ponernos a salvo de ese león y se produce una visión enfocada en el elemento de peligro, o sea, no sabemos donde hemos puesto el bolso si aparece un león.

 

Estas respuestas del organismo son las sensaciones que tenemos cuando aparece la ansiedad, notamos presión en el pecho, casi todas las personas que en algún momento sienten ansiedad, indican que no pueden respirar bien, cuándo en realidad se está produciendo una hiperventilación pero no están consumiendo ese exceso de oxígeno, se encuentran paralizadas centradas en esos síntomas corporales que están sintiendo. Notan el corazón acelerado, se le olvidan las cosas (por aquello de la visión túnel, sólo perciben su malestar, no pueden centrarse en nada más), en ocasiones no pueden comer (paralización del proceso digestivo en mayor o menor medida) y un abanico de síntomas que están relacionados con nuestra respuesta ante un peligro.

 

Esto en líneas generales es lo que nos sucede cuando tenemos ansiedad, pero ahora se dispara la alarma por lo que pensamos, con nuestros pensamientos lo percibimos como un peligro y voilá…

 

(Ilustación del Correo. Leal)