Algunas de las actitudes y conductas que más preocupan a los padres es la del hijo que se vuelve el amo indiscutible de la familia, sometiendo a los demás integrantes del seno familiar a sus exigencias y caprichos.

Nos encontramos con «niños emperadores» cuando todas las acciones familiares comienzan a girar alrededor del niño: el niño decide que se come, que se ve en la T.V., donde se viaja, el horario de acostarse, a que hay que jugar…

¿Cómo consiguen esto?

Para conseguir sus propósitos, gritan, amenazan y agreden física y psicológicamente a sus padres. Se podría decir que la capacidad para ponerse en la piel de la otra persona está subdesarrollada, parece que no sean capaces de experimentar sentimientos como el amor, la culpa o el perdón.

 

SUS CONDUCTAS

Establecen pautas conductuales e interpersonales para realizar sus caprichos y exigencias por encima de la autoridad de sus padres o tutores. Quién no hace caso de lo que el niño quiere es  víctima de escandalosos berrinches y hasta agresiones. La violencia que ejercen los hijos hacia sus progenitores, aprendiendo a controlar psicológicamente a éstos, redunda en conseguir que obedezcan y cumplan con sus deseos. Esta característica en la personalidad de los niños también ha recibido el denominativo de “hijos dictadores”, a causa del dominio incontestable que ejercen en el seno familiar.

Características

Los niños emperadores son fácilmente distinguibles: suelen ser egocéntricos y tienen una baja tolerancia a la frustración: no conciben que sus exigencias no sean cumplidas.

Son niños que no han aprendido a auto-controlarse ni a regular sus propios sentimientos y emociones. Tienen la pericia de conocer las flaquezas de sus padres, a quienes acaban manipulando en base a amenazas, agresiones y argumentos volubles.

Causas del Síndrome del Emperador

Existe un gran consenso entre la comunidad científica acerca de que el Síndrome del Emperador tiene causas de origen psicosocial. Esto es, el origen parece estar relacionado con la cantidad de tiempo que los padres pueden dedicar a sus hijos, debido sobre todo a los factores laborales y sociales (trabajo, desplazamientos, horarios…)

El escaso tiempo disponible por los  padres para educar y establecer normas y límites a sus hijos, las necesidades económicas y el inestable mercado laboral no ofrece  el tiempo y espacio necesarios para la crianza, ocasionando un estilo educativo en el que son frecunetes los sentimientos de culpa por parte de los progenitores. Esto da lugar a respuestas compensatorias que consisten en sobreprotección y tendencia a colmar todos los caprichos del niño. El resultado es una actitud ultrapermisiva de los adultos hacia los pequeños.

Diferenciando entre Autoridad y Autoritarismo

El estilo educativo imperante décadas atrás se basó en el autoritarismo: padres que gritaban, que dictaban órdenes y que ejercían un control punitivo sobre las conductas de los hijos. En cierto modo por miedo a volver a caer en ese estilo que muchos padecieron en sus propias carnes, el estilo educativo actual ha virado hacia el extremo opuesto: la ultrapermisividad.

Por eso es importante recordar que la autoridad no es lo mismo que el autoritarismo: los padres deben ejercer un grado controlado e inteligente de autoridad, de forma sana y adecuándose a las necesidades educativas y evolutivas de cada niño.

La cultura del todo vale: la ética del hedonismo y el consumismo

Cuando hablamos de educación y de estilos educativos para nuestros hijos, es preciso recordar la crucial influencia de los valores morales del conjunto de la sociedad, puesto que esta forma superestructural de ética compartida fomentará ciertos vicios y/o virtudes en la actitud del niño. La cultura consumista actual se abandera del hedonismo y la necesidad del ocio y de la prontitud como valores irrenunciables. Esto choca con cualquier tipo de imposición interna o externa de responsabilidad sobre las propias acciones y con la cultura del esfuerzo. Si estos valores no son bien gestionados y reconducidos, el niño aprende erróneamente que su derecho a pasarlo bien o a hacer lo que le plazca puede pasar por encima del derecho de los demás a ser respetados, y pierden la noción de que las recompensas precisan de un esfuerzo previo.

 

El niño emperador en la adolescencia

En la etapa de la adolescencia, los niños emperadores han consolidado sus pautas conductuales y morales, siendo incapaces de concebir algún tipo de autoridad externa que les imponga ciertos límites. En los casos más graves, pueden llegar a agredir a sus padres, siendo una denuncia ampliamente reportada en las comisarías y cada vez más frecuente. De hecho, son las madres las que se llevan la peor parte, quienes sufren, comparativamente, mayor proporción de agresiones y vejaciones por parte de sus hijos.

Educación desde la infancia

Para educar a futuros niños, adolescentes y adultos sanos, libres y responsables, es preciso no renunciar a poner límites claros, permitir a los niños experimentar cierto grado de frustración para que puedan comprender que el mundo no gira a su entorno, y para inculcarles que el esfuerzo y el respeto a las demás personas son un pilar fundamental en el desarrollo personal . Solo así podrán tolerar la frustración, se comprometerán con sus objetivos y se esforzarán por alcanzar sus metas, que en la mayoría de ocasiones no serán inmediatas.