Lo primero que tenemos que asumir es que tener emociones negativas, no es en sí mismo malo. Son necesarias para ayudarnos en diferentes situaciones de la vida tanto o más que los estados más optimistas.

La ira, la rabia, la culpa, la envidia, el aburrimiento son importantes para tener una adaptación emocional adecuada. Intentar evitarlas a toda costa no nos ayuda para ser emocionalmente equilibrados.

Lo importante es determinar si la intensidad y la duración de estas emociones es realmente excesiva, ya que entonces es cuando se convierten en un problema para nosotros.

Estas emociones pueden volverse positivas para nosotros. Aquí estaría la clave:

  • Ansiedad: Cuando este sentimiento se activa, la percepción, la visión y la capacidad de solucionar problemas mejora. En lugar de considerar las amenazas como malas se recomienda observar las pequeñas señales de humo precursoras de esta emoción. Si se aprende a ver el proceso será más fácil hablar de estos miedos sin problemas.
  • Enfado: Expresar enfado ayuda a negociar pues ante esta emoción los demás no son capaces de hacer exigencias extremas. La rabia, además, puede ayudarnos a realizar algunas decisiones que sin ella no seríamos capaces de tomar. Nos aporta la fuerza necesaria y la confianza en nuestra capacidad. Eso sí, es importante darse una pausa antes de tomar una decisión, ya que dejarse llevar sólo por el enfado puede llevarnos a tomar decisiones basadas sólo en la emoción.

    • Culpa: Esta sentimiento ayuda a la motivación para mejorar el comportamiento y arreglar el daño causado. Gracias a esta emoción nos hacemos responsables de las consecuencias de nuestros actos, se siente el dolor cuando se hiere a otra persona y permite enfocarse en la acción que llevó al daño.

    • Envidia: Esta emoción puede tener consecuencias negativas pero bien entendida puede ser una fuente de creatividad, ya que para modificar esa sensación de inferioridad aparece la motivación para mejorar la posición que se tiene frente a los otros. Hay evidencia de que además incrementa la atención y la memoria ya que nos enfocamos en aquello que hace que aparezca el sentimiento y no deja de ser un ejercicio de concentración y enfoque en determinadas cuestiones.

    • Aburrimiento: Es un estado que la mayoría percibe como desagradable y en ocasiones cambia hacia estados de ansiedad al pasar un rato con los propios pensamientos. Pero lo que muestra la ciencia es que los momentos de aburrimiento son los que generan nuevos retos y grandes ideas

Por tanto, debemos saber sacar lo mejor de estas emociones que a priori nos parecen negativas y tendemos a evitar.

Para terminar un último consejo, la interpretación que hagamos de una determinada situación es la que hará que el estado emocional sea uno u otro. Está en nuestra mano sentirnos de una manera y otra, al final, son sólo pensamientos los que determinan nuestro estado de ánimo. Y los nosotros somos mucho más que nuestros pensamientos.

Buena semana.