En la actualidad, cada vez más adolescentes son llevados a consulta psicológica por problemas de conducta alimentaria. Los padres, no saben que hacer, el adolescente ha iniciado una restricción alimentaria, que llegado un cierto momento no es capaz de parar.

 

En un primer momento el adolescente, comienza este proceso por un sentimiento interno de que no es lo suficientemente bueno, por su ansia de encajar, unido a una idea control y éxito prometido que obtendrán una vez bajen el peso.

 

Esta idea de éxito con la delgadez, no distingue entre sexo (aunque hay más indicencia en el sexo femenino), edad o condición social y presenta unos efectos devastadores para la salud. La influencia de los medios de comunicación, las redes sociales y la publicidad idealizando la extrema delgadez como símbolo de virtud y vía para alcanzar el éxito hacen el resto.

 

El adolescente comienza a rechazarse a sí mismo, no está lo suficientemente delgado, quiere mejorar. El perfil de estas personas nos indica que suelen ser muy exigentes y perfeccionistas. No se ven perfectos y  comienzan a no tolerar su cuerpo. Inician así un largo viaje de sufrimiento y un grave problema de salud.

 

Alimentos prohibidos, cantidades cada vez más reducidas de comida, trozos muy pequeños, comida en platos pequeños, aislamiento… ya no quieren comer en familia. Comienzan a poner excusas para comer, en ocasiones, recurren a la purga (vómito después de la ingesta), que dañará los dientes y causará poco a poco un desequilibrio en el cuerpo con resultados devastadores. Su estado de ánimo va cambiando, ya no saben parar.

 

La distorsión de la autopercepción corporal entre otros muchos factores los lleva a prácticamente dejar de comer. Se ven gordos frente al espejo, aunque su reflejo real sea de extrema delgadez. Cuando les indicas que con una cuerda indiquen el grosor de su muslo, cintura, cadera… los resultados reales les sorprenden. Señalan unas medidas nada parecidas con la realidad, que una vez que son verificadas en su propio cuerpo, comienzan a percibir con incredulidad. Si por el contrario, les indicas que señalen en la cuerda las medidas de otras personas, los resultados si se ajustan bastante a las medidas reales. Hablamos por tanto de una distorsión hacia su propio cuerpo. Indican que tienen una gran barriga, o unos grandes muslos y carecen no perciben la realidad de su bajo peso y su aspecto real.

La detección precoz y la prevención resultan fundamentales, ya que los problemas médicos y emocionales que producen los trastornos alimentarios son de una larga duración, con tendencia a cronificarse y de un alto riesgo.

 

Desarrollar una conciencia crítica en los adolescentes, mostrarles las manipulaciones de la publicidad que tienen como único fin el conseguir dinero, los cánones de belleza y su evolución, proporcionar un modelo estético mas adecuado a la realidad y a las diferencias corporales, unido al trabajo con la aceptación de su apariencia física e imagen corporal son unas buenas herramientas para la prevención.

 

Una vez que ya nos encontramos con un trastorno de la conducta alimentaria, es necesario un abordaje del problema multidisciplinar. A nivel médico, nutricional y psicológico.

 

A nivel psicológico, carecen de las habilidades necesarias para ser capaces de enfrentarse a la situación, su malestar es enorme, su irritabilidad es alta, su tan ansiada capacidad de control, se encuentra totalmente perdida, y esto hace que la ansiedad esté presente en cada momento de su día a día, la idea de enfrentarse a la comida les produce un malestar tan grande que no pueden enfrentarse a ello, el plato de comida se convierte en “ un león a punto de atacarles” y la necesidad de tener el control de las calorías es lo único que les queda.

 

Todo esto nos indica la necesidad de intervenir con prontitud una vez detectado en este caso, en los adolescentes, una excesiva preocupación por la comida, por el aspecto físico, por el peso, que se verán pronto unidos a una reducción de la ingesta, alteración del estado de ánimo… son indicios a los que debemos estar alertas.

 

Si detectas estas conductas en alguien cercano, posiblemente, necesite ayuda.