Las emociones son reacciones que todos tenemos, normalmente nos ayudan a afrontar diferentes situaciones, pero en determinadas situaciones un mal manejo de estas, puede llevarnos al bloqueo emocional o incluso ocasionarnos una enfermedad.

 

Todas las emociones son adaptativas, el temor, el miedo, la tristeza, la alegría, la satisfacción, la ira, el altruismo… Sin embargo, cuándo son excesivamente intensas y su duración es muy larga, pueden convertirse en desadaptadas, dejan de cumplir su función y nos producen malestar.

 

En la situación actual de pandemia, confinamiento, están suponiendo un punto de inflexión en nuestras vidas, las emociones fluctúan sin parar. Esta situación no tiene por qué suponer una desestabilización sino que podemos salir reforzados.

 

Vamos a hacer un repaso por las variables tanto emocionales como situacionales  más frecuentes provocadas por el confinamiento.

 

AMENAZA contra RETO

La misma situación, puede ser vivida de diferentes maneras, y el resultado emocional será distinto. Si la vivimos como una AMENAZA, las emociones negativas nos invadirán, sentiremos miedo, tristeza, y en algunos casos paralización, no seremos capaces de hacer nada. Pero también puede vivirse como un RETO, en el que seremos capaces de enfrentarnos a la situación con emociones más positivas. Nos producirá satisfacción ver que somos capaces, por lo que esta capacidad nos producirá tranquilidad, evaluaremos nuestros recursos internos para enfrentarnos a la situación de manera positiva, y esto nos producirá esperanza y serenidad.

 

MIEDO

 

Es una de las emociones más frecuentes debido a la incertidumbre que produce la situación actual de confinamiento y la sensación de pérdida de control. Ante esta situación excepcional, estamos preparados genéticamente para responder con las emociones básicas, entre ellas el miedo.

El miedo, tiene su función adaptativa, nos ha protegido a lo largo de la evolución de la especie, por ejemplo ante un “LEÓN”, hacemos una evaluación rápida de los recursos que tenemos y emitimos una respuesta. Esta respuesta suele ser o bien positiva, LUCHA, que lleva implícito que percibimos que tenemos los recursos para enfrentarnos a la situación, HUIDA, no creo que tenga los recursos suficientes o PARALIZACIÓN que supone igualmente que no disponemos de los recursos para enfrentarnos a la situación. En la actual situación, si luchamos, si sacamos nuestras mejores capacidades para solventar las situaciones diarias a las que nos estamos enfrentando, las emociones que nos invadirán serán más adaptativas, y seremos capaces de sobreponernos al miedo. Tendremos la sensación de capacidad y nos sentiremos reforzados.

 

EL CAMBIO

 

Cuándo nos enfrentamos a un proceso de cambio, se suelen  generar emociones intensas, si son elegidos nos sentimos expectantes, con ganas, pero si son impuestos como en este caso de confinamiento, suele ser percibido como una amenaza, como hemos indicado con anterioridad, esto podemos transformarlo en un reto.

 

COMO PENSAMOS; ASÍ NOS SENTIMOS

 

Vamos a pasar por distintas emociones, el miedo, la ansiedad, la apatía, la soledad… que pueden hacernos caer en pensamientos rumiativos que pueden iniciar sintomatologías propias de la depresión (no levantarse de la cama, falta de higiene, no tener gana de nada, no encontrarle el sentido a vivir) pero podemos enfrentarnos a la situación como una OPORTUNIDAD, podemos hacer todo aquello que antes habíamos querido iniciar y no teníamos tiempo para realizar o simplemente descansar, disfrutando del descanso, de las pequeñas cosas, del placer de no hacer nada y disfrutar de ello.

 

En resumen, somos seres emocionales, nuestro bienestar depende en buena medida de cómo manejemos nuestras emociones. Este es sin duda un momento de cambio brutal en nuestra forma de vida, vivámoslo cómo una oportunidad para sacar lo mejor de nosotros mismos.